martes, 21 de octubre de 2008

Cita

Es difícil encontrar una cita que resuma lo que uno siente respecto a la escritura. Algo que sea clave. Comencé por buscar citas de Cortázar y me quedé con una de ellas.



○•Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo.•○

Julio Cortázar



Esta frase me parece adecuada, desde el punto de vista de la producción de los escritos.
Cuando me siento bloqueada, sin ninguna idea, lo mejor es aceptarlo y volver a comenzar.
El error suele estar en el orígen. Volver a la base, probablemente sea la mejor manera de solucionar el problema.
Escribir es una tarea tan hermosa, tan libre... se puede expresar todo de una manera muy especial. Resulta verdaderamente molesto tener que seguir fórmulas.
Cada uno debería saber lo que puede escribir. Lo que debería escribir.
Si se da cuenta que algo no esta funcionando, que algo no se siente como propio, hay que detenerse.
Así, cuando volvemos a ser nosotros, lo que queremos escribir fluye solo. Con toda naturalidad.

sábado, 18 de octubre de 2008

Crónica/nota de investigación


Archivando Vidas

Son las 20:45 y me encuentro caminando por Palermo. La noche esta fresca, pero agradable. Me dirijo al teatro Sarmiento que forma parte del Complejo Teatral de Buenos Aires. Este establecimiento esta compuesto por una sala que funciona en el predio del zoológico. Lo que me trae a este lugar es el proyecto Archivos desarrollado por Vivi Tellas, directora del lugar desde el año 2001.
El Ciclo Biodramas (biografías escenificadas), es una forma de teatro experimental. Pone en escena vidas de personas reales con el intento de investigar lo documental en teatro, «un género que pertenece al cine, pero que me interesaba hacerlo en un escenario» según las palabras de Tellas. Desde que asumió la dirección del Sarmiento, propuso que el sitio se convierta en un centro de investigación teatral.
«Este teatro está subvencionado por la gente, con presupuesto público. Me gusta que miremos a la gente, entonces Biodramas es un proyecto que mira a las personas. Que elige a una persona y la vuelve un material dramático. Aspiro a que este espacio sea realmente un centro de investigación. Con mucha conciencia institucional y artística. Es como revolver un material y mostrarlo poéticamente. Y eso lo pensé para el Sarmiento.»
Su proyecto se basa en invitar un director teatral y pedirle que elija una persona cualquiera, viva y argentina: esas son las condiciones. La intención es histórica, ya que al contar la historia de una o varias personas, de esa singularidad surgirá una trama histórica, que mezcla los hechos y lo personal. Es una idea interesante, y yo me propongo analizarlo personalmente.
Según Vivi Tellas, todas las obras reflejan sin habérselo propuesto, la extinción de algo. La caída de una forma de ver el mundo. La obra que vine a ver hoy no escapa de esta temática. En “Tres filósofos con bigotes” una de los cuatro Biodramas que actualmente componen el ciclo, podemos dar cuenta de esta idea. Me encuentro sentada en la tercera fila (la última de las filas). En el Sarmiento se tuvieron que hacer ciertas modificaciones: la obra impone que no debe haber más de cuarenta personas por función.

Los tres hombres, filósofos de la Universidad de Buenos Aires, ya habían comenzado el acto y nadie se dio cuenta. Cuando ingreso al lugar, ellos se hallan debatiendo. Se quejan sobre la situación actual de la filosofía. Culpan a Kant de haber arruinado aquella época maravillosa en la cual los filósofos se encargaban de llegar a lo más alto con solo el pensamiento. Llegar a ideas elevadas con puras especulaciones. Ahora la realidad los obliga a tener que trabajar.
«Son obras sobre “los últimos que...”, sobre “lo que queda de...”. “Escuela de conducción” (otro de los espectáculos) es sobre las ruinas de un mundo donde la relación entre hombres y mujeres funciona como una dialéctica blanco/negro, hecha de antagonismos, que a la vez construye una teatralidad muy fuerte» dice Tellas. «Cuando un mundo se extingue cae en una especie de desuso y puede volverse increíblemente poético»
La obra me hace experimentar sensaciones entremezcladas. Hay momentos de nostalgia. Hay situaciones que provocan una risa imposible de contener. Hay efectos muy bien logrados con la música y la iluminación. Hay mucho, logrado con muy poco. Esto no es casualidad: “los archivos documentales en vivo”, están más relacionados con la instalación en el campo de las artes plásticas que del teatro. La directora, comenzó su formación estudiando en Bellas Artes.
Otros biodramas que se están presentando actualmente son: “Mujeres Guía” y “Disk Jockey”. En todos ellos la estructura es similar: hay una alternancia entre pequeños fragmentos autobiográficos con representaciones actuadas dependiendo el área donde los individuos desarrollen sus actividades.
Las obras no son ampulosas, cuentan con unos pocos elementos en escena. Estas obras tienen una estructura fija: esta la mesa, el reloj y hay objetos en la mesa que se van mostrando. Se trata simplemente de contar algo de la vida de alguien, siendo esta una persona que existe en la realidad.
«En un mundo descartable, ¿Qué valor tienen nuestras vidas, nuestras experiencias, nuestro tiempo? Biodramas se propone reflexionar sobre esta cuestión. Se trata de investigar como los hechos de la vida de cada persona –hechos individuales, singulares privados-construyen la Historia. ¿Es posible un teatro documental, testimonial? ¿O todo lo que aparece en el escenario se transforma irreversiblemente en ficción? Ficción y verdad se proponen en tensión en esta experiencia». El folleto que me entregaron es bastante pretencioso, pero una vez que finaliza la obra, veo que en realidad eso es lo que encuentro. Reflexiones sobre la vida, mezcla entre ficción y realidad.
El componente fundamental es el biográfico. Ese elemento primordial logra que yo sienta una identificación con los protagonistas que no cualquier actor puede lograr. Más allá de que sean profesionales, más allá de que su trabajo sea distinto al mío, efectivamente hacen una buena representación. Son personas comunes expresando sus sentimientos, narrando sus vivencias. Al representarse a ellos mismos, exponen su manera de ser ante los espectadores con una crudeza que impacta. Tienen esa espontaneidad que les otorga el haber sido protagonistas de los hechos que relatan.
«Creo que en todo no actor hay una “actuación”, pero es una actuación amenazada, signada por el azar, el error, la falta de solvencia. Lo que los archivos ponen en escena es una tentativa de actuar; por eso, porque es esencialmente inocente, la actuación del no actor produce incertidumbre: no hay garantías, el espectador nunca sabe qué va a pasar, si la obra saldrá bien, si llegará al final, si no habrá algún accidente...»
Lo que me gusta de entrada es la disposición del espacio. Los ‘actores’, o mejor dicho, intérpretes, se encuentran a pocos metros míos. Cada obra toma personas de un ámbito específico y los pone a contar un fragmento de su vida. Personas como yo contando sus experiencias. Y esa proximidad influye directamente en el público.
Ya van siete años desde que Vivi Tellas comenzó con sus obras experimentales, que apuntan, según ella «a buscar teatralidad fuera del teatro». A sus trabajos ella prefiere dar el nombre de Archivos. Los primeros que realizó fueron “Mi mamá y mi tía” y “Cozarinsky y su médico”. Los llama Archivos porque señala: «cada persona tiene y es en si misma un archivo, una reserva de experiencia, saberes, textos, imágenes. Veo algo o alguien que me entusiasma, me despierta curiosidad, y decido ponerlos en escena porque tengo ganas de desplegar y compartir lo que descubro en ellos. Tomo el mundo al que pertenecen, hago un procedimiento, le pongo mi mirada y después muestro la sustancia que resulta».
Para poder iniciarse en uno de estos proyectos, Tellas o bien debe haber transitado por esos mundos que va a representar, o ver en ellos un potencial, un «coeficiente de teatralidad». Cuando la realidad se convierte en teatro, ella lo denomina Umbral Mínimo de Ficción. Hay algo que debemos tener en cuenta: al ver las obras pareciera ser que lo que sucede en ellas es todo real, natural. Pero esto no es así. Esta construido, esta ‘teatralizado’. Pone en escena lo que le gustaría que pasara con esos materiales. Se da el gusto de organizar un mundo ajeno como se le de la gana. Y a la vez se convierte en espectador. «Hago con eso otro mundo y lo vuelvo a mirar. Es un proceso de deconstrucción».

¿Como logra convencer a personas que no saben actuar de que sean parte de obras que los tiene como protagonistas? Vivi T ellas responde: «Los abordo y les digo: “Quiero hacer una obra de teatro con ustedes”. Y les doy una tarjeta que dice que soy directora de teatro. Los filósofos aceptaron enseguida. Con los de Escuela de conducción fue más complicado: el profesor que más me interesaba, de hecho, se negó a participar. Una vez que aceptan deben empezar a confiar en mí, porque no tienen la menor idea de lo que va a pasar. No los obligo a nada: trabajamos con elementos de sus vidas personales, pero son ellos los que deciden qué van a mostrar en público y qué no. También les digo siempre que puede que nos juntemos y no pase nada interesante. Es como un experimento científico: el fracaso siempre está en el horizonte». Ella explica que debe estar atenta, para no interferir, y no pedir cosas que los intérpretes no puedan hacer. «Encontré la fascinación en lo inestable, en la falta de virtuosismo, en la inocencia. No es la idea trabajar con gente que no son actores para pedirles que actúen. Para eso me encantan los actores. Esto viene de otro lugar.»
La obra termina. No se si decir abruptamente, ya que han pasado noventa minutos desde que ingresé al teatro. Pero al haberme compenetrado tanto en la obra, en las historias de los profesores, el tiempo se pasó volando. Antes de llegar a reaccionar, los tres hombres nos invitan a un ‘banquete filosófico’. Observo al costado del recinto que un lugar iluminado se abre y deja ver una mesa que ya esta servida. Lentamente la gente se acerca, algo tímida a disfrutar de ese agasajo. Después de una obra como esta, ciertas dudas nacen, y que mejor que ese momento de intimidad con los actores, para aclarar confusiones. «Para mí es muy importante porque el público queda un poco desconcertado de lo que ve y me parecía lindo que se quedara. Me interesa mucho que el espectador no se sienta abandonado luego de ver la obra ». Esto sucede con las cuatro obras. En cada una de ellas las picadas son temáticas.
«Es bastante difícil entender lo que pasa con las obras. Es complicado saber si es teatro o no... » concluye Tellas. Hay algo que se forma con estos cuatro archivos. En la suma de todos, observo que no se puede especificar con certeza de que se trata. Y no me preocupo demasiado. Es algo confuso de definir. Es mejor entonces, simplemente ir a verlo.

Planeamiento de la crónica final

Tema/ problema:
Me centraré en el Ciclo Biodramas, un proyecto teatral desarrollado por Vivi Tellas. Buscaré ahondar en su propuesta, trataré de conocer más detalles sobre sus ideas y como desarrolló este tipo de teatro experimental.

Enfoque/encuadre:
A partir de la visita al teatro a ver una obra, intentaré unir esto con las demás obras, conocer la idea que trata de desarrollar la directora. Y luego tratar de extraer alguna conclusión acerca de este tipo de representaciones.

Estructura:
La estructura es coloquial. Un estilo que otorga libertad al cronista. No hay un orden muy delimitado, ni un “afán organizativo definido”, tal como explica Ulibarri. Los elementos presentes se muestran siguiendo el orden en que fueron experimentados.

Posible tipo de entrada:
La entrada que haré es narrativa, ya que la considero una de las más atractivas. Me servirá para comenzar a dar detalles sobre el tema que tratará la crónica.


Testimonios a usar:
A lo largo de la crónica utilizaré citas sobre diversas declaraciones que ha hecho la autora respecto a su ciclo. Ella a su vez menciona detalles de los intérpretes y la audiencia que me serán útiles para explicar como es ese mundo. Me basaré sobre todo en mi propio testimonio,


Imágenes que utilizarán como recurso de escritura:
Ya que no se tratan de actores, sino de personas comunes, me parece interesante agregar algunas fotos de los protagonistas. Sin embargo, este recurso lo utilizaré solo en el blog.

Reflexión personal sobre el género crónica

Me gustó mucho trabajar haciendo la crónica. El proceso de búsqueda de información, visitar lugares nuevos, prestar atención a los detalles, tomar notas de todo lo que pasa alrededor. Empiezo a sentirme verdaderamente una periodista. Es divertido hablar con personas para conseguir datos interesantes, charlar con los protagonistas de las historias: volverse un protagonista.
Como explica Amar Sánchez, este género de rasgos únicos se constituye a partir de la unión de material real y concreto junto con procedimientos narrativos. Es como un “periodismo literario” lo que se logra con los artículos, ya que son reales, pero para tratarlos uno se vale de técnicas narrativas. Es esta composición la que produce ese efecto de tensión, que es tan propia del género.
Otra característica interesante de la crónica es que supera los límites que impone la clásica objetividad periodística. Este género escapa de esa exigencia de neutralidad y se permite tener un punto de vista libre sobre el tema a investigar. Retomando nuevamente a Amar Sánchez “El género se juega en el cruce de dos imposibilidades: la de mostrarse como una ficción, puesto que los hechos ocurrieron y el lector lo sabe y, por otra parte, la imposibilidad de mostrarse como un espejo fiel de esos hechos”. No se puede tomar la realidad y exponerla tal cual es. Se le debe dar un tratamiento a la historia centrándose en lo narrativo. “El género no ficcional propone una escritura que excluye lo ficticio y trabaja con material documental sin ser realista.”
“Me gusta la palabra crónica. Me gusta, para empezar, que en la palabra crónica aceche cronos, el tiempo. (...) La crónica es un intento siempre fracasado de atrapar el tiempo en que uno vive” dice Martín Caparrós en el prólogo de La Argentina Crónica. Una interesante frase, que sintetiza ese aspecto tan particular del género. Es un intento de capturar el tiempo que nunca se logra, y a partir de esa premisa es que el estilo se continúa desarrollando. El saber que nunca va a cumplir su objetivo es lo que lo impulsa a seguir.
Cuando me puse a escribir una crónica por primera vez, sentí eso: sentí que estaba tratando de recomponer el tiempo en una hoja. Intentaba describir con lujo de detalles todo lo que había visto y sentido. Sentí por momentos que se trataba de un diario íntimo lo que estaba escribiendo. En especial por la cantidad de datos que me esmeraba en especificar. ¿Qué sentí?, ¿qué me gustó?, ¿qué me impactó?. Es algo muy personal, muy propio. La mirada propia es lo que marca la crónica.
Ahora realmente puedo decir que sé lo que es una crónica. Algo que al principio del cuatrimestre no podía afirmar. De hecho tuve que cambiar mi tema para la crónica, ya que lo que hice para el bloque entrevista no era un buen material para este bloque. Pero claro, si no sabía lo que era una crónica, ¿cómo iba a saber que material era adecuado para hacer una? De los errores se aprende. Sin duda aprendí mucho sobre este género, y me interesa seguir leyendo crónicas. En especial las de Caparrós, ya que fueron las que más me gustaron.

Etnógrafo y cronista: dos ocupaciones, una reflexión.

La definición de etnografía según la Real Academia Española es: “estudio descriptivo de las costumbres y tradiciones de los pueblos”. Si tenemos que compararlo con la tarea que realiza un cronista podemos ver que ambas labores tienen puntos en común.
Uno de los componentes fundamentales de la crónica es la descripción, tal como sucede en el caso de los estudios etnográficos. Mediante la observación se consiguen muchos datos que son de suma importancia para ambas tareas.
Otro recurso utilizado por ambos oficios es la entrevista. Los etnógrafos utilizan ese método para obtener información. El trabajo de campo que realizan es una herramienta esencial para llevar a cabo una investigación. Tal como el cronista, que debe entrevistar individuos que le ofrezcan información fehaciente, los etnógrafos recurren a aquellas personas que den la seguridad de ser informantes cualificados.
La etnografía es un método de investigación que sirve para comprender un ámbito sociocultural. Generalmente estos estudios se efectúan en comunidades humanas de una identidad bien definida. La crónica, por otro lado, puede tener varios propósitos. Algunas crónicas pueden tener objetivos políticos, artísticos, documentales, entre otros.
Todo etnógrafo tiene su parte de cronista y todo cronista su dosis de etnógrafo. Como podemos ver, el objetivo que persiguen no es el mismo pero tienen entre sí bastantes similitudes, especialmente en su metodología.

martes, 14 de octubre de 2008

Crónica cultural

El arco del bigote

Viernes, 17 de septiembre.


Las cuadras parecen más largas cuando se las contempla parada dentro de un colectivo. La gente está molesta. El conductor hace oídos sordos a las quejas. La capacidad del vehículo ha sido superada hace rato. Desbordada diría yo. La puerta de atrás no cierra porque hay un hombre colgando. El chofer se rehúsa a continuar cuando observa esto. El hombre desde el fondo le contesta irritado, insulta y se queja. Finalmente termina cediendo al pedido. Todo el mundo se comprime un poco más. Siempre entra uno más.
-¿Te gusta la filosofía?, le pregunto a Nicolás.
-Emm, si me gusta, ¿por?
-Porque de eso se trata la obra que estamos a punto de ver...O al menos eso es lo que intuyo por el título, Tres filósofos con bigote.
Mi novio se ríe. Ya esta cayendo la noche y nos acercamos al Teatro Sarmiento. Le pedí que me acompañe porque esta sería la primera vez que veríamos una obra de teatro juntos. Igualmente iba a encontrarme con algunos de mis compañeros del seminario de escritura. Pero llegamos temprano y todavía no había nadie en la puerta del lugar. Caminamos por los alrededores hasta que se hicieron las nueve. Acercándonos a la entrada observo a algunos de mis compañeros que ya llegaron. No hay nadie más que nosotros afuera del teatro. Finalmente ingresamos y una señora con cabellos teñidos de rubio nos indica el camino: al fondo a la derecha. Una improvisada pasarela de madera nos conduce al escenario. Se puede observar que el teatro ha reformado su estructura básica para poder llevar a cabo este tipo de obra.


Tres hombres de edad avanzada se turnan para apuntar a un blanco con arco y flecha: una compleja tarea. En especial para Alfred, el mayor del grupo. Hay tres filas de asientos que parecen ser parte de la escenografía. Tomamos asiento en la parte posterior para tener una visión más amplia del lugar. Los tres hombres charlan como si no estuvieran siendo observados. Intentan con las flechas. Tiros fallidos se suceden uno tras otro. «Vos fallas por pensar demasiado» le dice uno al otro. «¿Hablar es no pensar?» contesta el segundo. Tres filósofos que filosofan. Eso es lo que veo y escucho. «Podemos pensar que la nada se liga a la angustia... ¿entonces estoy ‘nadeado’?» «¿Se puede pensar la perfección?». Mientras Alfredo, Eduardo y Leonardo siguen desvariando, yo paso a observar el ambiente en el cual me hallo inmersa. Hay un gran reloj en la pared, flechas enormes, una especie de tocador con espejo y un banco. Frente al público se destacan tres sillas posicionadas delante de una mesa que ofrece sostén a diversos objetos que en un principio no llegan a tener ningún tipo de relación aparente: tres manzanas, una maceta con una planta muerta en su interior, un reloj de arena, un desodorante masculino, piedras atadas con un cordel y otras cosas más. Y delante de todo esto, suspendida desde lo alto del techo, cae una gruesa soga hasta el piso. A lo largo de la obra dichos adminículos serán utilizados por los protagonistas mientras relatan historias.


Hay confusión al principio: mientras uno recita filosofía, otro se afeita en el improvisado toilette y otro infla un globo rojo hasta hacerlo estallar. Termina el primer acto. Se narran historias de la infancia, hay risas acalladas por parte del público. Dudan si reír o no. Si es en serio o es mentira. Se habla de la confianza ingenua en la visión. Mientras escucho me pongo a pensar acerca de lo que están diciendo. Recuerdo las clases de filosofía en la Universidad de Quilmes que cursé con el doctor Claudio Amor. «Solo podemos conocer lo que no cambia, lo que la mente proyecta». Mientras pensaba en eso, repentinamente escucho las risas del público que me devuelven a la realidad: uno de los filósofos se bajó los pantalones. Mientras todos observan el cambio en el ambiente y oyen la música que comienza a sonar, los tres filósofos se sientan en las sillas y quedan mirando fijamente al público presente. En ese momento me pongo a pensar en lo que los actores piensan cuando hay silencios como estos. Antes de que tenga tiempo de tomar notas sobre lo que meditaba, dos de los hombres se paran y comienzan a bailar. Oigo que un personaje pregunta: «¿Se puede estar en el lugar del otro?». Momentáneamente siento que pueden leer mis pensamientos. «Kant decía que conocer es construir» sostiene Eduardo, mientras Leonardo calienta una lámina de parafina que luego presionará contra el rostro de Alfred, quien esperaba distraído sentado en una silla. Continuamente se superponen diversas escenas. Momentos que aparentan ser inconexos construyen la obra, pero en realidad giran sobre fundamentos filosóficos. «Años cuidando una planta para que muera en una semana...» se lamenta Alfred. Su personaje es el que más risas provoca en la audiencia. Un momento de melancolía que invade mis pensamientos. «Estamos perdiendo el tiempo, es una realidad». Recreación de la alegoría de la caverna. Alfred maniatado dice irónicamente «En mi vida me sentí mejor que ahora». Nuevamente risas. «En su mundito él es feliz... ¿qué sentido tiene salir?». Luego se habla de Sócrates: «siempre preguntado todo, era insoportable!». Llegó el momento del bigote. Un debate hilarante que dura varios minutos e incluye fotografías de bigotudos famosos. El debate en puerta: Heidegger, el bigote del ser o el ser el bigote. El bigote angustiado de Walter Benjamin. Diversos tipos de bigotes: el bigote bello, el bigote geométrico, el bigotito. Einstein y el bigote jodón. Tener bigote es decidirse. No cualquiera tiene un bigote.




Así, entre risas y reflexiones termina la obra casi sin que nos demos cuenta. Esos hombres parados frente a nosotros con una manzana en la cabeza, observándonos. Son blancos vivientes que nos miran desafiantes. Tras los aplausos, Leonardo Sacco, Eduardo Osswald y Alfredo Tzveibel dejan su lugar de personajes y nos invitan a pasar a una sala adjunta al escenario a disfrutar de un ‘banquete filosófico’. Vino tinto, queso, aceitunas negras, tomates, sardinas, quinotos, dátiles y té helado. Son alimentos que solían comer en la época de la Grecia antigua. Poco a poco los presentes se van acercando a la mesa y el clima del lugar se vuelve muy ameno. Mi novio, que realmente terminó disfrutando mucho la obra, fue el primero en acercarse a Leonardo a felicitarlo por su actuación. Nos cuenta que él en realidad reemplazó a uno de los tres actores originales en este proyecto artístico desarrollado por Vivi Tellas. El actor, que en realidad es un profesor de filosofía de la UBA, al igual que sus dos compañeros de escenario, nos explicó que en la obra todo lo dicho es real. Las instancias que narran de su vida son verdaderas, por eso se los llama Biodramas.

Luego de comer y de charlar, decidimos irnos. Recorrimos el escenario antes de salir. Me acerqué a la mesa, contemple los objetos que utilizaron los actores. En un costado estaba el llamativo blanco con el que los tres señores practicaban arquería. Yo quise probar suerte con el arco y la flecha. Supuse que después de una obra tan desestructurada e interactiva, podríamos tener la oportunidad de jugar con esos elementos. Valía la pena el intento.
Nicolás se acerca a la mujer que nos guió en la entrada y que nos estaba mirando:
-¿Podemos usar el arco?
-No chicos, no se puede.

El Interior- Martín Caparrós

Tras leer las crónicas de Caparrós, siento una inexplicable necesidad de explorar esos espacios que el nos muestra. Es impecable la descripción que realiza de esas dos provincias, y esto hace que la lectura sea muy interesante. Aparecen distintos tipos de recursos estilísticos. De repente podemos encontrarnos con fragmentos de conversaciones que el autor escucha a medida que va recorriendo las tierras. A veces surgen líneas sueltas, breves poesías que van ligando las diferentes descripciones y también la información sobre la historia del lugar. La manera de narrar de Caparrós es atrapante. Con sus expresiones tan porteñas, marca claramente su lugar de procedencia. En el caso de Rosario, el recorrido de monumentos ignorados, prostíbulos bizarros, escuelas, comedores, shoppings deshabitados dejan descubrir la verdadera cara de muchos mitos que la gente de Santa Fe se encarga de difundir en su anhelo de ser superiores a los de Buenos Aires: «la mejor ciudad para vivir», «las mujeres más lindas» y algunas otras que nos provocan risa.
Demuestra que no todo es como lo pintan, pero a la vez rompe con la creencia de que el Interior es todo campo, ranchos y «animales que se pasean crudos por las praderas y los bosques». Son ciudades como la nuestra. Bah, no como la nuestra, pero se esmeran por lograrlo. Al menos esa es la impresión que nos deja la crónica de Rosario, que es la que más me gustó.
En ambos capítulos se observa el predominio de la pregunta: los contactos de Caparrós son ideales. Lo que saben, lo que cuentan. Para un cronista novato conseguir los datos que el consigue sería muy difícil. Allí se ve el trabajo de investigación previo que se llevó a cabo para realizar estas crónicas.
Otro punto relevante es el sentido del humor: la ironía de Caparrós es clave. De este recurso se vale repetidamente. Da a conocer su opinión de una forma muy ingeniosa. Su manera de hablar con la gente, los chistes que le hace a los lugareños y que generalmente resultan fallidos, resultan muy divertidos.

‘La Crónica Argentina’. Citas

“La crónica es el género de no ficción donde la escritura pesa más” (Martín Caparrós)

Una crónica es un género que reúne información verídica con procedimientos narrativos. Y tal como sostiene Caparrós, el último componente es el que tiene más influencia en el estilo. Elegí esta cita porque me parece muy apropiada para definir el género. Es por esta combinación que las crónicas resultan tan atractivas. Se sabe que contienen información real, por esto cautivan al lector. Tienen ese componente de veracidad que las hace interesantes, llamativas. Y al mismo tiempo, el trabajo de escritura logra darle a las historias un efecto distintivo de cualquier otro género.


“En una crónica se debería poder disfrutar de la lectura, no sólo por la necesidad de la información sino por el gusto de asomarse a ese mundo” (Carolina Reymúndez)

Ciertamente, no leí las crónicas porque me interesaran demasiado los temas que tocaban. Una buena crónica se gana nuestro interés presentándonos historias reales. Su objetivo primordial es ese. Reconstruir un pedazo de historia. No las leemos para obtener información: sin embargo terminamos consiguiéndola. Y en algunos casos nos motivan a ahondar en esas temáticas, llevándonos a buscar nuevas fuentes para saber más acerca de esos contenidos.

“La crónica es una versión insospechada de lo real” (Cristian Alarcón)

Una crónica nos demuestra que un tema que en apariencia no era interesante, puede llegar a serlo. Todo depende de la manera de ver las cosas. La crónica, a diferencia de la noticia, se deja llevar por los detalles. No es tan estructurada en su manera de narrar. Algo real, visto superficialmente por un periodista que solo se preocupa por la información, puede llegar a tomar otro matiz si es observado por un cronista.

“-La finalidad de la crónica es- tratar de contar historias que siempre han estado ahí pero sobre las que se han posado miradas bobas o distraídas, y hacer que un tipo, en el living de su casa, lea y cuestione(...)” (Leila Guerriero)

Esta es una frase que me resultó interesante. Cuando leía las crónicas pensaba en eso justamente. Son todas historias que no nos afectan, que no nos conciernen demasiado. Pero gracias a ese recurso, el cronista logra captar nuestra atención y mantenernos expectantes. Con casos como el de Poblete (en mi opinión, la mejor de las tres primeras crónicas que leímos) son tratados de una manera más humana en una crónica. Conmueve al lector.

La Argentina Crónica: Notas de lector

Operación Ja Ja
En esta crónica encontramos una completa descripción de la clac, reidores de televisión. Personas que se ganan la vida valiéndose de su risa. Algunos buscadores de fama, eternos soñadores. Otros, más pesimistas, saben que no van a llegar lejos, pero no quieren dejar de formar parte del mundo de las luces. En esta crónica el tiempo es en presente, y se va interrumpiendo con hechos del pasado. Un ejemplo de esto lo hallamos en el testimonio de Susana. Las anécdotas que relatan los reidores son muy ilustrativas para poder darnos una idea de ese mundo en el que trabajan.
Hay una sensación de apertura y cierre, que se logra por comenzar con la entrada al estudio y terminar saliendo del mismo. El efecto esta muy bien logrado. Simula ser una simple visita al lugar, pero podemos dar cuenta de que detrás de eso hay una profunda tarea investigativa.
La cronista tiene una fuerte opinión a lo largo de su trabajo. Matiza las anécdotas que se encuentra con reflexiones que nos dejan una sensación algo nostálgica de la situación de esos personajes invisibles de la televisión argentina.


Un día en la vida de Pepita la pistolera
Cuando comenzamos a leer esta crónica, la breve introducción nos hace suponer que se tratará el tema del caso Cabezas, a pesar de que el título sea muy claro. Luego nos damos cuenta de lo que realmente va a tratar.
La crónica aparenta ser una entrevista de algunas horas en la vida de Margarita Di Tullio, una tristemente célebre madama de prostíbulos de Mar del Plata. Se le da mucha importancia a lo biográfico, mostrando diferentes momentos en la vida de la protagonista.
La cronista no hace preguntas directas: no hay un diálogo. Es Margarita quien nos va relatando su vida, sus anécdotas, y se va haciendo conocer. Muestra una faceta desconocida de esta mujer, sin juzgarla. Resulta interesante el método seguido por la cronista: describe múltiples detalles del comportamiento de la protagonista y de ello se vale para retratarla.

El caso Poblete. La fuerza del cariño
Una de mis crónicas favoritas. Hay un trabajo de investigación muy bien ejecutado. Es una historia atrapante de principio a fin.
El estilo de la entrada es narrativo: comienza a relatar una anécdota que nos lleva muchos años atrás, despertando nuestra curiosidad. La crónica desarrolla un orden cronológico, que se encuentra intercalado por fragmentos del pasado. Hay muchas anticipaciones a lo largo de la crónica. Se habla de varias generaciones. Es una mezcla de historia política con historia social. Se van entrelazando diversos momentos, diversos testimonios. Hay una reconstrucción de los hechos muy compleja. El final de la crónica nos deja reflexionando sobre los indescifrables misterios de la mente humana.

Las hermanas satánicas
Esta es otra de las crónicas que más capturó mi atención. Retoma el conocido caso de ‘Las hermanas satánicas’, la escalofriante historia de Juan Carlos Vázquez, que fue asesinado por sus dos hijas.
El cronista se enfocó en Gabriela Vázquez, y durante toda la crónica se la muestra como inocente. A pesar de lo que sostenían los medios, por lo que podemos concluir después de leer el trabajo de Guido Bilbao, es que solo una de las hermanas mató a Vázquez. Gabriela tuvo que pagar las consecuencias de un crimen que no cometió.
La apertura de la crónica es una entrada de cita, según Eduardo Ulibarri. Y tal como dice él, es «una salida aparentemente fácil cuando frente al material recopilado para el reportaje, no sabemos como comenzar a escribir».
El cronista se remonta hasta el año 1945, por lo cual podemos decir que hay una estructura cronológica múltiple. Se retoman momentos del pasado que ayudan a comprender algunos sucesos del presente, de la causa del aparente brote psicótico de Silvina, la hermana asesina. A lo largo de la historia, se insertan pequeñas observaciones de Gabriela, fragmentos de su charla con el cronista.
El cierre de la crónica, es igual que el comienzo, con una cita de la protagonista, inmersa en sus cavilaciones. Nos da el pie a los lectores a que hagamos un examen del caso por nosotros mismos.

El turismo menos pensado
Esta crónica nos brinda detalles de una de las nuevas tendencias en turismo sexual: el trava-tour. Muestra un ambiente que no todos conocemos y nos ayuda a acercarnos más a ese género tan particular, sin juzgarlo negativamente, como suele hacerse.
Tiene una entrada narrativa. Comienza desde el momento en que se inicia el tour del día, contando quienes son los que participaran. El cierre es acorde, ya que finaliza con la conclusión de la visita guiada por el territorio donde habitan los travestis.
Es interesante ver lo que se conoce como “viveza criolla” en plena actividad. Sacar provecho de los turistas y su curiosidad ingenua para ganar dinero. Sin embargo, en este caso, el organizador del tour da su cuota de colaboración con la sociedad, ya que dona parte de lo que obtiene con los tours a comedores infantiles.

Kimonos en la tierra roja. Rodolfo Walsh. Nota de Lector

Resulta conmovedor el relato de Walsh acerca de las colonias japonesas en Misiones. Es interesante analizar el manejo de los tiempos: comienza contando cómo fue que vinieron a la Argentina, entre falsas promesas y mentiras. Luego muestra como fue realmente la situación una vez que las familias se instalaron en la provincia. El desengaño que padecieron al conocer como eran realmente las tierras que habían comprado, confiando en su productividad. El futuro brillante que habían planificado se vino abajo. También muestra como fue la adaptación de las costumbres orientales a las circunstancias que enfrentaron en nuestras tierras. El dolor de algunas familias que perdieron todo lo que tenían. La esperanza de otras que tuvieron mejor suerte. Los testimonios le dan un tinte melancólico al trabajo de Walsh, una crudeza que nos golpea. Además, la crónica se halla dividida en apartados que son como pequeñas historias y sirve para dar a conocer múltiples casos, sin perder el hilo conductor.