miércoles, 10 de diciembre de 2008

Reflexión final

El final del cuatrimestre llegó, y me encontró como al principio: rodeada de apuntes, libros, fotocopias y hojas sueltas llenas de notas. Pero solo en apariencia todo era igual que al comenzar la cursada. Hace unos días ya, antes de ponerme a redactar esta reflexión, me puse a pensar que realmente fue un proceso largo pero que valió la pena. Siento que aprendí mucho del proceso que conlleva la escritura. Seguir el ritmo de las lecturas, hacer notas de lector, escribir los bloques, entregarlos a tiempo, buscar información, releer mis propios textos, todo esto me sirvió como práctica. El hecho de descubrir formas nuevas hizo que me sea interesante seguir leyendo y escribiendo.
Fue un proceso largo, eso si. Quizás en ocasiones se tornaba frustrante tener tanto para leer, pero ya a esta altura, me acostumbre a esa sensación de agobio por los textos. La universidad nos deja con esa impresión desde los primeros días.
A mí me encanta escribir, sin embargo, en algunas ocasiones sentía que era muy difícil expresarme con sinceridad en mis escritos. Por momentos percibí que no podía despegarme de lo estructurado. Lo que más me costó fue escribir los cuentos partiendo de los papelitos con datos que nos intercambiamos entre los compañeros. Eso me llamó mucho la atención, porque a mí siempre me había gustado mucho escribir cuentos, pero esta vez, al no ser completamente libre la elección de los componentes de mi historia, me sentí como limitada. Si bien era un buen ejercicio, y me demostró que se puede escribir una historia partiendo de cualquier cosa, a mi no me gustó demasiado.
Básicamente eso fue lo único que siento que no me sirvió, porque lo demás realmente me fue útil. En especial el bloque crónica, que fue mi favorito. Me encanto escribir la crónica cultural, disfruté mucho yendo al teatro y tomando notas de todo lo que veía: me sentí una verdadera periodista, quedé muy satisfecha con el resultado.
El seminario es un laboratorio donde se experimenta con la escritura. Empezamos probando cosas nuevas, mezclando géneros, pensando variantes, y estas acciones nos ayudan a romper con esa idea de la literatura como un campo en el cual no todos son bienvenidos. Porque esto no es así. A pesar del cansancio por las lecturas, la falta de inspiración a veces y alguna que otra frustración al no encontrar un tema que nos parezca adecuado para escribir, el camino recorrido valió la pena. Me llevo mi carpeta con las hojas colmadas de reflexiones, ideas, pensamientos y la sensación de encontrar (felizmente) en las páginas que la calidad de lo que escribo ha ido mejorando.


◘Carolina Navarro◘

1 comentarios:

Rocío dijo...

alta cronica te mandaste :)