Me gustó mucho trabajar haciendo la crónica. El proceso de búsqueda de información, visitar lugares nuevos, prestar atención a los detalles, tomar notas de todo lo que pasa alrededor. Empiezo a sentirme verdaderamente una periodista. Es divertido hablar con personas para conseguir datos interesantes, charlar con los protagonistas de las historias: volverse un protagonista.
Como explica Amar Sánchez, este género de rasgos únicos se constituye a partir de la unión de material real y concreto junto con procedimientos narrativos. Es como un “periodismo literario” lo que se logra con los artículos, ya que son reales, pero para tratarlos uno se vale de técnicas narrativas. Es esta composición la que produce ese efecto de tensión, que es tan propia del género.
Otra característica interesante de la crónica es que supera los límites que impone la clásica objetividad periodística. Este género escapa de esa exigencia de neutralidad y se permite tener un punto de vista libre sobre el tema a investigar. Retomando nuevamente a Amar Sánchez “El género se juega en el cruce de dos imposibilidades: la de mostrarse como una ficción, puesto que los hechos ocurrieron y el lector lo sabe y, por otra parte, la imposibilidad de mostrarse como un espejo fiel de esos hechos”. No se puede tomar la realidad y exponerla tal cual es. Se le debe dar un tratamiento a la historia centrándose en lo narrativo. “El género no ficcional propone una escritura que excluye lo ficticio y trabaja con material documental sin ser realista.”
“Me gusta la palabra crónica. Me gusta, para empezar, que en la palabra crónica aceche cronos, el tiempo. (...) La crónica es un intento siempre fracasado de atrapar el tiempo en que uno vive” dice Martín Caparrós en el prólogo de La Argentina Crónica. Una interesante frase, que sintetiza ese aspecto tan particular del género. Es un intento de capturar el tiempo que nunca se logra, y a partir de esa premisa es que el estilo se continúa desarrollando. El saber que nunca va a cumplir su objetivo es lo que lo impulsa a seguir.
Cuando me puse a escribir una crónica por primera vez, sentí eso: sentí que estaba tratando de recomponer el tiempo en una hoja. Intentaba describir con lujo de detalles todo lo que había visto y sentido. Sentí por momentos que se trataba de un diario íntimo lo que estaba escribiendo. En especial por la cantidad de datos que me esmeraba en especificar. ¿Qué sentí?, ¿qué me gustó?, ¿qué me impactó?. Es algo muy personal, muy propio. La mirada propia es lo que marca la crónica.
Ahora realmente puedo decir que sé lo que es una crónica. Algo que al principio del cuatrimestre no podía afirmar. De hecho tuve que cambiar mi tema para la crónica, ya que lo que hice para el bloque entrevista no era un buen material para este bloque. Pero claro, si no sabía lo que era una crónica, ¿cómo iba a saber que material era adecuado para hacer una? De los errores se aprende. Sin duda aprendí mucho sobre este género, y me interesa seguir leyendo crónicas. En especial las de Caparrós, ya que fueron las que más me gustaron.