sábado, 18 de octubre de 2008

Crónica/nota de investigación


Archivando Vidas

Son las 20:45 y me encuentro caminando por Palermo. La noche esta fresca, pero agradable. Me dirijo al teatro Sarmiento que forma parte del Complejo Teatral de Buenos Aires. Este establecimiento esta compuesto por una sala que funciona en el predio del zoológico. Lo que me trae a este lugar es el proyecto Archivos desarrollado por Vivi Tellas, directora del lugar desde el año 2001.
El Ciclo Biodramas (biografías escenificadas), es una forma de teatro experimental. Pone en escena vidas de personas reales con el intento de investigar lo documental en teatro, «un género que pertenece al cine, pero que me interesaba hacerlo en un escenario» según las palabras de Tellas. Desde que asumió la dirección del Sarmiento, propuso que el sitio se convierta en un centro de investigación teatral.
«Este teatro está subvencionado por la gente, con presupuesto público. Me gusta que miremos a la gente, entonces Biodramas es un proyecto que mira a las personas. Que elige a una persona y la vuelve un material dramático. Aspiro a que este espacio sea realmente un centro de investigación. Con mucha conciencia institucional y artística. Es como revolver un material y mostrarlo poéticamente. Y eso lo pensé para el Sarmiento.»
Su proyecto se basa en invitar un director teatral y pedirle que elija una persona cualquiera, viva y argentina: esas son las condiciones. La intención es histórica, ya que al contar la historia de una o varias personas, de esa singularidad surgirá una trama histórica, que mezcla los hechos y lo personal. Es una idea interesante, y yo me propongo analizarlo personalmente.
Según Vivi Tellas, todas las obras reflejan sin habérselo propuesto, la extinción de algo. La caída de una forma de ver el mundo. La obra que vine a ver hoy no escapa de esta temática. En “Tres filósofos con bigotes” una de los cuatro Biodramas que actualmente componen el ciclo, podemos dar cuenta de esta idea. Me encuentro sentada en la tercera fila (la última de las filas). En el Sarmiento se tuvieron que hacer ciertas modificaciones: la obra impone que no debe haber más de cuarenta personas por función.

Los tres hombres, filósofos de la Universidad de Buenos Aires, ya habían comenzado el acto y nadie se dio cuenta. Cuando ingreso al lugar, ellos se hallan debatiendo. Se quejan sobre la situación actual de la filosofía. Culpan a Kant de haber arruinado aquella época maravillosa en la cual los filósofos se encargaban de llegar a lo más alto con solo el pensamiento. Llegar a ideas elevadas con puras especulaciones. Ahora la realidad los obliga a tener que trabajar.
«Son obras sobre “los últimos que...”, sobre “lo que queda de...”. “Escuela de conducción” (otro de los espectáculos) es sobre las ruinas de un mundo donde la relación entre hombres y mujeres funciona como una dialéctica blanco/negro, hecha de antagonismos, que a la vez construye una teatralidad muy fuerte» dice Tellas. «Cuando un mundo se extingue cae en una especie de desuso y puede volverse increíblemente poético»
La obra me hace experimentar sensaciones entremezcladas. Hay momentos de nostalgia. Hay situaciones que provocan una risa imposible de contener. Hay efectos muy bien logrados con la música y la iluminación. Hay mucho, logrado con muy poco. Esto no es casualidad: “los archivos documentales en vivo”, están más relacionados con la instalación en el campo de las artes plásticas que del teatro. La directora, comenzó su formación estudiando en Bellas Artes.
Otros biodramas que se están presentando actualmente son: “Mujeres Guía” y “Disk Jockey”. En todos ellos la estructura es similar: hay una alternancia entre pequeños fragmentos autobiográficos con representaciones actuadas dependiendo el área donde los individuos desarrollen sus actividades.
Las obras no son ampulosas, cuentan con unos pocos elementos en escena. Estas obras tienen una estructura fija: esta la mesa, el reloj y hay objetos en la mesa que se van mostrando. Se trata simplemente de contar algo de la vida de alguien, siendo esta una persona que existe en la realidad.
«En un mundo descartable, ¿Qué valor tienen nuestras vidas, nuestras experiencias, nuestro tiempo? Biodramas se propone reflexionar sobre esta cuestión. Se trata de investigar como los hechos de la vida de cada persona –hechos individuales, singulares privados-construyen la Historia. ¿Es posible un teatro documental, testimonial? ¿O todo lo que aparece en el escenario se transforma irreversiblemente en ficción? Ficción y verdad se proponen en tensión en esta experiencia». El folleto que me entregaron es bastante pretencioso, pero una vez que finaliza la obra, veo que en realidad eso es lo que encuentro. Reflexiones sobre la vida, mezcla entre ficción y realidad.
El componente fundamental es el biográfico. Ese elemento primordial logra que yo sienta una identificación con los protagonistas que no cualquier actor puede lograr. Más allá de que sean profesionales, más allá de que su trabajo sea distinto al mío, efectivamente hacen una buena representación. Son personas comunes expresando sus sentimientos, narrando sus vivencias. Al representarse a ellos mismos, exponen su manera de ser ante los espectadores con una crudeza que impacta. Tienen esa espontaneidad que les otorga el haber sido protagonistas de los hechos que relatan.
«Creo que en todo no actor hay una “actuación”, pero es una actuación amenazada, signada por el azar, el error, la falta de solvencia. Lo que los archivos ponen en escena es una tentativa de actuar; por eso, porque es esencialmente inocente, la actuación del no actor produce incertidumbre: no hay garantías, el espectador nunca sabe qué va a pasar, si la obra saldrá bien, si llegará al final, si no habrá algún accidente...»
Lo que me gusta de entrada es la disposición del espacio. Los ‘actores’, o mejor dicho, intérpretes, se encuentran a pocos metros míos. Cada obra toma personas de un ámbito específico y los pone a contar un fragmento de su vida. Personas como yo contando sus experiencias. Y esa proximidad influye directamente en el público.
Ya van siete años desde que Vivi Tellas comenzó con sus obras experimentales, que apuntan, según ella «a buscar teatralidad fuera del teatro». A sus trabajos ella prefiere dar el nombre de Archivos. Los primeros que realizó fueron “Mi mamá y mi tía” y “Cozarinsky y su médico”. Los llama Archivos porque señala: «cada persona tiene y es en si misma un archivo, una reserva de experiencia, saberes, textos, imágenes. Veo algo o alguien que me entusiasma, me despierta curiosidad, y decido ponerlos en escena porque tengo ganas de desplegar y compartir lo que descubro en ellos. Tomo el mundo al que pertenecen, hago un procedimiento, le pongo mi mirada y después muestro la sustancia que resulta».
Para poder iniciarse en uno de estos proyectos, Tellas o bien debe haber transitado por esos mundos que va a representar, o ver en ellos un potencial, un «coeficiente de teatralidad». Cuando la realidad se convierte en teatro, ella lo denomina Umbral Mínimo de Ficción. Hay algo que debemos tener en cuenta: al ver las obras pareciera ser que lo que sucede en ellas es todo real, natural. Pero esto no es así. Esta construido, esta ‘teatralizado’. Pone en escena lo que le gustaría que pasara con esos materiales. Se da el gusto de organizar un mundo ajeno como se le de la gana. Y a la vez se convierte en espectador. «Hago con eso otro mundo y lo vuelvo a mirar. Es un proceso de deconstrucción».

¿Como logra convencer a personas que no saben actuar de que sean parte de obras que los tiene como protagonistas? Vivi T ellas responde: «Los abordo y les digo: “Quiero hacer una obra de teatro con ustedes”. Y les doy una tarjeta que dice que soy directora de teatro. Los filósofos aceptaron enseguida. Con los de Escuela de conducción fue más complicado: el profesor que más me interesaba, de hecho, se negó a participar. Una vez que aceptan deben empezar a confiar en mí, porque no tienen la menor idea de lo que va a pasar. No los obligo a nada: trabajamos con elementos de sus vidas personales, pero son ellos los que deciden qué van a mostrar en público y qué no. También les digo siempre que puede que nos juntemos y no pase nada interesante. Es como un experimento científico: el fracaso siempre está en el horizonte». Ella explica que debe estar atenta, para no interferir, y no pedir cosas que los intérpretes no puedan hacer. «Encontré la fascinación en lo inestable, en la falta de virtuosismo, en la inocencia. No es la idea trabajar con gente que no son actores para pedirles que actúen. Para eso me encantan los actores. Esto viene de otro lugar.»
La obra termina. No se si decir abruptamente, ya que han pasado noventa minutos desde que ingresé al teatro. Pero al haberme compenetrado tanto en la obra, en las historias de los profesores, el tiempo se pasó volando. Antes de llegar a reaccionar, los tres hombres nos invitan a un ‘banquete filosófico’. Observo al costado del recinto que un lugar iluminado se abre y deja ver una mesa que ya esta servida. Lentamente la gente se acerca, algo tímida a disfrutar de ese agasajo. Después de una obra como esta, ciertas dudas nacen, y que mejor que ese momento de intimidad con los actores, para aclarar confusiones. «Para mí es muy importante porque el público queda un poco desconcertado de lo que ve y me parecía lindo que se quedara. Me interesa mucho que el espectador no se sienta abandonado luego de ver la obra ». Esto sucede con las cuatro obras. En cada una de ellas las picadas son temáticas.
«Es bastante difícil entender lo que pasa con las obras. Es complicado saber si es teatro o no... » concluye Tellas. Hay algo que se forma con estos cuatro archivos. En la suma de todos, observo que no se puede especificar con certeza de que se trata. Y no me preocupo demasiado. Es algo confuso de definir. Es mejor entonces, simplemente ir a verlo.

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